sábado, 18 de mayo de 2019

El baile de la mariposa

Cada vez que vos me abrazas el mundo se vuelve un lugar menos caótico, la sangre se me crispa y bombea caudales, mis células me gritan desde adentro: es así, es acá, esta vez quédate.
Carne de mí carne. Te siento dentro, amo y señor de cada uno de mis poros.
El reloj deja de girar, el tiempo se atomiza y ya no hay más nada que un sinfín de vos atravesando todos mis espacios. Estás acá y allá al mismo tiempo, tan cerca como un abrazo por la espalda , tan lejos como todo lo carnal que aún no se expresa.
Me abrazo a tus dudas y aún así todo es menos perverso, no hay mentiras entre vos y yo, nuestras almas no saben de actuaciones ni disimulos, simplemente se pertenecen la una a la otra. Cuando te miro no existen "no" que se sostengan en el tiempo ni miedos que duren más de un minuto.
A mí me gusta como se te arruga la nariz cuando sonreís con el alma, como se te juntan todas las pecas formando una constelación perfecta dónde podría quedarme a vivir para siempre.
Te veo y me dan ganas de plantar bandera, de sembrar batatas en la huerta, de proliferar la especie, no sé cualquier cosa que me permita estar un ratito en la eternidad con vos.

Sos hogar, me haces sentir como en casa tan solo estando cerca, vos sonreis y a mí se me apaga la mente y empiezo a dibujar pequeños trazos de colores con el corazón.
Todos mis sentidos me dicen: baja la guardia, ya no hay nada ni nadie de quién defenderse. Estás acá y llegaste para curarme la paciencia y la fe.
Estás acá y yo todavía dudo merecer tanto amor, al menos de la forma tan noble en que me lo das.
Yo era una viajera y vos un eterno caminante del espacio tiempo, desdibujaste mis fronteras sin mapas tan solo con certezas. ¿Dónde estuviste toda la vida? ¿Dónde y porque ?
¿Existe felicidad más allá del espacio que creas a mí alrededor? Haces parecer todo muy sencillo, el tiempo, las distancias, los errores, las tristezas todo se difumina cada vez que tendido a mí lado elegis abrazarme, solo eso. La piel, la carne latiendo desde adentro y diciendome Florencia acá estoy, por favor mírame. Yo levanto la vista, te miro extasiada y entiendo por primera vez en la vida que el amor no tiene que ver con lo viceral, que lo espiritual incinera a la carne. Que no hay mayor desnudez que la del alma y que no se si exista persona en el mundo dispuesta a desnudarme con tanto esmero y dicha los males. Que sos el único que hasta ahora se enamoró de mis llantos, que abrazo mis miserias y que pese a haber lidiado con mis monstruos sigue al pie del cañón. ¿Como no amarte?

viernes, 17 de mayo de 2019

Danza Primaria

El ritmo interno, la danza Kundalini aflorando, brillando, los petalos de rosas que se desprenden del alma cuando el alma esta un poquito más sana que antes.
El canto, los pies sobre la tierra, metidos en el barro, los que siguen el ritmo, las palmas provocando sonoridades varias, la voz ancestral que nace de la entraña y no por mostrarse sino por ser, asi nomás, ser.
El suspiro que no se contiene, que sale y como bostezo se contagia. La lagrima, la lagrima dolida, la lagrima reida, la lagrima exagerada, pero la lagrima al fin. Infinidad. Infinitisima. De pureza abismal. La lágrima como alquimia del alma herida transmutando a loto florecido.
El sudor de la fuerza creativa, el del empuje que trae vida y el del revolcón que llena de magia cada rincón del cuerpo. El sudor del trabajo de parto, el trabajo de parirse a una misma, de volver a darse vida de entre las cenizas, ese sudor, el del cansancio que conlleva juntar las propias partes y volverlas a unir quizás tan sólo con fe y una única certeza: estar mejor.
El reconocimiento del amor primordial, el basto e infinito, el necesario en cada instante: el propio.
El perdón hacia las heridas, hacia el descuido que nos habilito ese costado en sombra, hacia la incosciencia que luego se manifesto en daga en la propia piel, la autoherida primordial. 
El paso a la vida del propio ser, ese nuevo nacimiento, ese dar entidad a lo más salvaje, a lo ancestral. Ese tocar con los pies las raices debajo de la superficie, desenredarlas y estirarse.
Y por último la consciencia de merecerlo todo, sólo por permitirse, por animarse a dar el salto que te separa del filón. La valentía esta recompensada, pero primero siempre es necesario atravesar el dolor. La noche, la paz de la resignación cuando no queda otra que rendirse ante los procesos.
Me rindo siempre me rindo y sólo me invito a sentarme con mi propia incomodidad, ella y yo tenemos que descubrirnos, abrazarnos y amarnos.

martes, 26 de junio de 2018

Retornos

He vuelto al origen. Al cero. Hoja en blanco, parada frente al blog que durante tantos años fue mi diario intimo, he vuelto arrepentida sabiendo que jamás debería haberme ido.
En algún momento creí que las historias habían dejado de contarse, las transforme en poesía, las veletie por otras redes, me arrogue haber aprendido con los años sobre el amor y acá estoy... acá estoy otra vez derrotada, a punto de admitir que si algo aprendí, en el fondo no fue mucho.
He vuelto yo al origen, mis historias sobre el amor también y sigo acá tecleando queriendo contarlas, apresurada por grabar en tinta virtual todo aquello que no quiero que se vaya de mi retina.
Debo decir que volví impulsada por un torbellino, por el mismo que hace once años me arraso entera y me dejo tambaleante, el amor, ese amor, el mismo, el de siempre. Él. No hace falta más para nombrarlo, digo él y ya el artículo solo se auto completa con su nombre de corrido, nombre y apellido, ambas iniciales iguales.
Me pase la vida diciendo "esta es la última vez" lo cierto es que esta vez no hay última vez, la última es la primera y así estamos.
Mientras tanto yo sigo la vida, crezco, sonrío, enloquezco con otros amores, lloro, vuelvo a vivir, sin embargo, siempre detrás de alguna puerta aparece él, en el momento menos pensado llama a mi puerta y yo que nunca he sabido mucho de finales me dedico a abrirle al menos la ventana.
Con esa sonrisa que ni los años apagan, con esa manera tan suya de arrebatarme del presente y volverme de un manotazo a los 16.
He cambiado tanto a lo largo del tiempo, cambie de ideas, de valores, de amigos, de vidas, de amores, sin embargo él es mi constante de la cual no puedo irme ni cambiar, es un poco ese empujón que reaparece cuando la vida a una se le cae a pedazos y me recuerda que siempre va a existir alguien en el mundo pensando en mí. A veces incluso intentando olvidarme. Otras, amándome más allá de los años, las vidas, las reencarnaciones.
Duermo y lo encuentro en un espacio infinito de mi memoria, encerrado al vació en algún lugar extraño de mi ser del cual lo he intentado sacar miles de veces sin éxito alguno. Ninguno ha podido. Aún estamos acá, protagonizando historias, autocompletando frases a medias, disimulando miradas y demandando abrazos. Estamos acá, con once años más que ayer y un poco menos de culpas también. Eternamente insatisfechos uno del otro, reclamándonos constantemente ese beso, ese abrazo , ese decir o ese sentir que nos separa y nos convierte en dos abismos.
Pese a los devenires y lo tragicómico del amor, yo hoy cierro los ojos y no sé si pueda imaginar algo mejor que la poesía misma de su panza y mi panza, de su alma y mi alma, de su sed satisfecha con mis besos, ese martes tan feriado en el que decidimos volver a sentir-nos.

jueves, 30 de marzo de 2017

Ojos amarillos

La ultima vez que te vi tenias los ojos color amarillo, un amarillo pálido similar al de las hojas maltrechas de los libros muy viejos.
Algo me dijo que te estabas opacando, la dulzura ya no habitaba tu rostro y me fue casi común verte enojado, distante, como ensordecido al amor.
Del otro lado estaba yo, desecha, vidrio mediante.. porque la pared que instalabas con tu frialdad me hizo sentir del otro lado de un vidrio, uno opaco y muy grueso, corroído por el descuido y el tiempo.
Hacia ya un tiempo que no me veías, no me escuchabas y esta vez fue igual, o quizás peor. Estaba transparente, como translucida siendo traspasada por el dolor y la desazón. Me costaba respirar casi y vos ahí inerte, inmune al dolor y a toda mi existencia carente de sentido.
Nunca me había querido tan poco como ese día, caía la tarde y el ocaso se llevaba los últimos pedazos de nuestro amor... y a mi me quedaba muy poco: un corazón maltrecho y unos cuantos vicios, de esos que uno adquiere queriendo.
Soltaste al pasar un "suerte" tan vacío como los "te amo" de los últimos meses, me costaba mirarte porque por primera vez en mucho tiempo te reconocí vacío, como carente de afecto.
Me fui despacio, impulsada por una suerte de fuerza invisible que recogió los últimos trozos de mi dignidad y me empujo a cruzar la calle.
Estuve semanas con la misma sensación: no poder respirar, atragantada de tanto desamor y la certeza inconfundible que ya no sos vos.
No se que te hicieron pero estas vacío, por mas que me esfuerce en recordarte quien soy, de donde vinimos y que hace no tanto teníamos los ojos rojos de amor, no me entendes: estas vacío.
Es difícil querer a alguien, reconocer al otro como tu par cuando no te queres ni vos mismo, cuando hace meses tenes la cabeza metida en un tacho y no ves mas allá de él.
Me revolqué en mis miserias, llore, patalié hasta suplique y no hubo caso no te queres ni un poco, no vas a hacerlo.. por ende a mi tampoco. Sino hay amor por dentro tampoco lo hay hacia afuera, es eso. Te marchitaste junto con tus ojos, estas amarillo, amarillo desamor, amarillo libros desechos.


jueves, 23 de marzo de 2017

Aprendizajes

Me despierto cada mañana y tengo un precioso instante de confusión en donde como siempre me cuesta entender si lo que soñe era o no real, donde estoy y quien soy. Luego recuerdo, se quien soy, se lo que me pasa y tengo que hacer un esfuerzo exigente para respirar, vuelve a mi la angustia, quien es mi fiel compañera hace dias.
Levantarme de la cama es un sin fin de promesas hechas a mi misma, una postergación del dolor matutino, una osadia a veces casi imposible.
Hay muchas cosas que todavía me aferran a este plano, pero sin dudas una de las más extrañas es el amor de los desconocidos, hace un tiempo la vida se propuso mostrarme que existen amores puros, desinteresados, amores que no se basan en lo físico ni un poquito y puso en mi camino algunas almas nobles que vinieron a romper las estrucuras aprendidas.
Abro los ojos y alguien me esta queriendo, me está enviando sus buenos días, está pensando en como dormí. Y yo creo que está loco, que no se puede querer así a una extraña.. que no soy nada, que no soy nadie. Pero aunque no quiera el cariño me aferra, me da fuerzas.
Todavía no entiendo como alguien puede querer a esta versión de mí, que estoy oscura, que estoy extraña, que todavía no logro despertar sin odiarme un poco a mi misma. ¿Cómo alguien me quiere si ni yo misma lo hago? Ahí está el aprendizaje, aunque yo no pueda querer, aunque hace rato no tenga nada para dar, aunque este vacia y con un hueco en el pecho alguien en este mundo me está enseñando que el cariño es eso, colmar al otro de todo aquello que el mismo no se puede brindar. Y aunque seamos dos extraños ya ves, sos la soga que me trae del inframundo, que me saca de mi angustia sideral.
Sin dudas debo haber hecho algo bien en la vida para que la gente me quiera y me obligue así a no abandonar.

martes, 21 de marzo de 2017

Lastimaduras

Cuando eramos chicos y nos pelabamos las rodillas la peor parte eran los dos o tres dias después, donde parecía que como por broma todos los golpes iban a parar a los raspones que estaban intentando cicatrizar. Y otra vez era sufrir el dolor en carne viva y revivir los golpes.
Ahora de grandes ya no se nos pelan las rodillas, pero los dolores del corazón son más profundos que cualquier dolor fisico. Son una herida expuesta a la que hay que cuidar no sólo dos o tres días, sino meses. Meses en los que paradojicamente todos los golpes van a parar ahí, cuando parece que va sanar viene alguien y derrama sal en la herida y en pocos segundos todo lo que habia logrado regenerarse se reduce a cenizas.
Anhelo con locura los días en que lloraba a moco tendido por una rodilla pelada, por un chichon en la frente, anhelo los dolores simples que te hacian sentir que eras torpe y que alli residia todo el problema.
Anhelo cuando nadie tenia en sus manos el poder de destruirte, de desarmarte en pedazos al punto de no poder respirar.
Me anhelo a mi de niña porque de serlo todavía no le habría dado a nadie la clave para destrozarme, y sin embargo, la adulta en la que me convertí le confio lo más sagrado que tenia al alma más oscura que encontró.

viernes, 17 de marzo de 2017

Espejo

Del otro lado de la cama me mira mi Espejo, aquel que trajo consigo mi propia autodestrucción, quien vino a poner sobre la mesa mi basura bajo la alfombra (aquella que nos lleva años ocultar).
Y en ese sencillo acto de desempoderamiento quedo desnuda, descubierta. Estoy en evidencia, no sólo yo, también mis fantasmas, y los fantasmas de mis fantasmas.
Hace unos meses sentí que moría, lo supe, sentí la muerte en carne propia. No la muerte física, una especie de muerte simbólica a donde dejaba desprenderse de mí a todo aquello que me enfermaba el cuerpo y el alma. Todavía sigo sin comprender que parte de mí murió y cual sigue viva, pero sin duda lo que se fue era retorcido, era oscuro y en su partida dejo espacio para la luz, para el infinito que habita en todos y al que a veces nos negamos con vehemencia.
Como cuando lavas tu prenda favorita, esa que ya lleva la marca de tu cuerpo, y se estira o se deforma, eso es morir un poco, perder la forma humana, o al menos la forma a la que el mundo tan estructurado nos tiene acostumbrados.
En mi muerte perdí la forma, la prenda se estiro, ahora al ponérmela ya no soy yo, no me luzco, no me siento a gusto con ella. Ante eso y dolor mediante, no queda otra que mirar al espejo una vez más, dar gracias por venir a desenmascarar a los fantasmas e irse. Por venir y haberse ido.